lunes, 30 de enero de 2012

Turnedo

Un compartimento estanco.
Sin acceso al pasado
- primera pared -,
con un muro al frente
- acercándose hasta golpearme -
y escasas filtraciones porosas
mostrando la luz y el aire
que no quiso compartir.

Lo estruendoso de su silencio
tornó en químicas mis madrugadas
y me aferraba a las mentiras
como el que toca contrachapado
para conjurar la mala suerte.

Como la arena de aquella playa
te escapaste entre mis dedos
dejándome totalmente impregnada
de lo que, aunque brillante, es sólo polvo.

Y no limpio mi piel,
ni salgo de entre esas paredes
- aunque me ofreciera la puerta -
por si hubiera filtraciones.
De luz, de aire, de arena.

martes, 24 de enero de 2012

A house is not a home

Las ciudades no curan.
Te lo dice una llaga de ocho mil kilómetros.
O los carteles que no llegas a descifrar.

La tierra por medio
sólo es soledad en otros idiomas
y los pequeños dramas
de no entender al frutero
y que el mundo se pare por una avería.

La tristeza no se queda en los andenes,
ni la pierden en los aeropuertos
- es siempre equipaje de mano -
y crece como los sitios - caras, olores, voces - que recordar.

No es tu lugar donde no entiendes al taxista
y pides el pan señalando con el dedo
y no lees por encima del hombro en el metro.

Cuando te acostumbras al colchón,
a los horarios, al camino de vuelta a casa,
te quedan las mismas ruinas
con distintas fachadas.

jueves, 19 de enero de 2012

Hush

No sabía que había tantas maneras de musitar un te extraño.

Por ejemplo decir:

Que tu ausencia me cala
como los pies en los charcos.
Y tú sabes que odio la lluvia.

Que me ensordece el silencio
de un teléfono que ahorra en prefijos internacionales
o de un teclado que no desgasta los te quieros.

Que añoro incluso el recuerdo de la añoranza
que convierte en más grande este colchón
cuando no quedan cuentas atrás.

Que mi cuerpo ya no entiende de temblores.
Que los juegos nunca fueron para uno.
Que no me sorprendo con tu rastro en mi historial.
Que no miro aviones porque no tengo destino.
Que ahora no me fijo ni en el color de mi pelo.

O, sobre todo, cuando me muerdo los silencios.

Primer acto

Si no saben, no pregunten.
Si saben, no den respuestas.
Las palabras les darán todo lo que necesitan.
Y vendrán cuando ellas quieran.