martes, 24 de enero de 2012

A house is not a home

Las ciudades no curan.
Te lo dice una llaga de ocho mil kilómetros.
O los carteles que no llegas a descifrar.

La tierra por medio
sólo es soledad en otros idiomas
y los pequeños dramas
de no entender al frutero
y que el mundo se pare por una avería.

La tristeza no se queda en los andenes,
ni la pierden en los aeropuertos
- es siempre equipaje de mano -
y crece como los sitios - caras, olores, voces - que recordar.

No es tu lugar donde no entiendes al taxista
y pides el pan señalando con el dedo
y no lees por encima del hombro en el metro.

Cuando te acostumbras al colchón,
a los horarios, al camino de vuelta a casa,
te quedan las mismas ruinas
con distintas fachadas.

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