jueves, 19 de enero de 2012

Hush

No sabía que había tantas maneras de musitar un te extraño.

Por ejemplo decir:

Que tu ausencia me cala
como los pies en los charcos.
Y tú sabes que odio la lluvia.

Que me ensordece el silencio
de un teléfono que ahorra en prefijos internacionales
o de un teclado que no desgasta los te quieros.

Que añoro incluso el recuerdo de la añoranza
que convierte en más grande este colchón
cuando no quedan cuentas atrás.

Que mi cuerpo ya no entiende de temblores.
Que los juegos nunca fueron para uno.
Que no me sorprendo con tu rastro en mi historial.
Que no miro aviones porque no tengo destino.
Que ahora no me fijo ni en el color de mi pelo.

O, sobre todo, cuando me muerdo los silencios.

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