jueves, 14 de agosto de 2014

Los cínicos no sirven para este oficio (julio de 2014)

No puedo ser imparcial
porque mi temblor siempre
se pone de parte de tu taquicardia,
mi desnudez del bando de tus ojos
(o viceversa -bendita viceversa-),
mi carne del lado
-de todos los lados-
                            de tus huesos.

No quiero ser objetiva
porque me elevas hasta ser sujeto
(irreflexivo de verbos reflexivos)
y no quiero dar una versión que no incluya
el bombardeo que supone tu paso,
la visión sesgada
en que tu silueta rompe el horizonte.
Me da igual que me enseñaran
que en un titular no cabe clavícula
o si les parecen vulgares
nuestros cómo, cuándo, dónde y qué.
Yo sé que sentirme es noticia
y que tus teclas la redactan.

Incluso en estos tiempos...


Hoy necesito decirte "todavía"
aunque mi voz choque contra el cemento.

Quizá para no axfisiarme
o para que no puedas negártelo.

Y que "todavía" signifique
no sólo "aún", sino aún más,
que se dibuje en mis dedos
(des)ajustando con tus huellas mi liguero,
en el escalofrío de boca a pecho
que sostiene la memoria de tu mirada.

Gritarte a pleno susurro que tirito
hasta que tus palabras me abrigan.

Hace tanto que apenas sobrevivo,
que todo este latido me parece mentira.