jueves, 14 de agosto de 2014

Los cínicos no sirven para este oficio (julio de 2014)

No puedo ser imparcial
porque mi temblor siempre
se pone de parte de tu taquicardia,
mi desnudez del bando de tus ojos
(o viceversa -bendita viceversa-),
mi carne del lado
-de todos los lados-
                            de tus huesos.

No quiero ser objetiva
porque me elevas hasta ser sujeto
(irreflexivo de verbos reflexivos)
y no quiero dar una versión que no incluya
el bombardeo que supone tu paso,
la visión sesgada
en que tu silueta rompe el horizonte.
Me da igual que me enseñaran
que en un titular no cabe clavícula
o si les parecen vulgares
nuestros cómo, cuándo, dónde y qué.
Yo sé que sentirme es noticia
y que tus teclas la redactan.

Incluso en estos tiempos...


Hoy necesito decirte "todavía"
aunque mi voz choque contra el cemento.

Quizá para no axfisiarme
o para que no puedas negártelo.

Y que "todavía" signifique
no sólo "aún", sino aún más,
que se dibuje en mis dedos
(des)ajustando con tus huellas mi liguero,
en el escalofrío de boca a pecho
que sostiene la memoria de tu mirada.

Gritarte a pleno susurro que tirito
hasta que tus palabras me abrigan.

Hace tanto que apenas sobrevivo,
que todo este latido me parece mentira.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Lluvia en soledad

Entrego esas llaves
y cierro
la última puerta de tu memoria física.

Esa cama que nunca supe
ocupar entera como propia,
la mirada irónica de goma
de los patos que hace mucho que no están.

Doy portazo
a nuestro único refugio
permantente y repetido
entre tantos hoteles de paso.
Lo que yo fui.

Tu fantasma se queda
entre el vapor de la ducha,
con los vasos y el papel de cocina,
útiles antiguos que no encuentran sitio
en este camión de la mudanza.

jueves, 5 de julio de 2012

No va a caber en ningún bolero...

Me ahogan tus mentiras
en una avalancha ácida
y tus silencios, convertidos en brisa
- nunca entregas para ser huracán-
que va arrancando
- sin pararse a paladear el destrozo-
mi carne - piel, entrañas - putrefacta.

No hay más pan,
no puedo apurar más las migajas,
pero sigo ladrando.

Estúpido reptil que aún cree
que cuando la mano se mueve
puede traerle una caricia.

lunes, 19 de marzo de 2012

Prohibido suicidarse en primavera

A veces desearía que me odiaras.
Habernos quemado en llamas furiosas,
gritarnos hasta deshacernos en cenizas,
en lugar de esta transición
- lenta, agónica -.
Yo que era material flamable,
leña para que ardiéramos,
he visto trepar por mi costado las enredaderas,
crecer el musgo,
la apacible podredumbre.
Los árboles mueren de pie
carcomidos por dentro,
sin dejar de mostrarle al mundo
su lozana altivez.
Pero a veces no quiero más que odiarte.
Un hacha que me convierta
en las astillas que soy hace tanto.
O mejor aún: fuego.
Llamas para el erial yermo.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Segundo acto

En el que, contra todo pronóstico, se abre verdaderamente el telón. Expuesta sobre el escenario en un monólogo infinito la actriz interpreta el único papel que sabe.

¿Se preguntan por qué el diluvio? En el vertido de hoy, como aguacero, tienen por orden cronológico inverso (le seguirían las entradas de enero y posteriormente lo que vaya publicando a partir de hoy) fragmentos, retazos, oleadas, de las tormentas que me han asolado durante el último año.

Las palabras no son barcas. Son apenas un trozo de tablón, que se va royendo, que se va pudriendo. Pero, sin ser perfectas, ayudan a mantenerse a flote cuando no escuchaste las recomendaciones de la azafata sobre los chalecos salvavidas.

Pasen y vean.

Chica tetabrick (enero 2012)

Un satélite,

que conoce su centro de gravedad

y, sin poder evitar la atracción,

sabe que su órbita no le permitirá acercarse.


Un náufrago,

sediento pero rodeado de agua

que le refresca y le recuerda su sequedad

al convertirse en mera sal en sus labios.


Un bulímico,

inapetente ahora de todos los deseos

porque el día que perdió su alimento

desaprendió incluso el uso de sus dedos.


Un juguete desechado,

que disecciona sus taras

y que comprende que, incluso si sale de la caja,

no será por las manos esperadas.


Un envase vacío

que no quiere reciclarse

porque, para su llanto,

nunca termina la madrugada.