Un satélite,
que conoce su centro de gravedad
y, sin poder evitar la atracción,
sabe que su órbita no le permitirá acercarse.
Un náufrago,
sediento pero rodeado de agua
que le refresca y le recuerda su sequedad
al convertirse en mera sal en sus labios.
Un bulímico,
inapetente ahora de todos los deseos
porque el día que perdió su alimento
desaprendió incluso el uso de sus dedos.
Un juguete desechado,
que disecciona sus taras
y que comprende que, incluso si sale de la caja,
no será por las manos esperadas.
Un envase vacío
que no quiere reciclarse
porque, para su llanto,
nunca termina la madrugada.
Ya sabes que mataría por haber escrito alguno de esos versos... me encanta que los hayas publicado.
ResponderEliminar<3 (L) Me ha encantado
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